Según la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el
Trabajo, el estrés laboral es uno de los principales problemas para la salud y
la seguridad a los que nos enfrentamos en Europa. El estrés en el trabajo puede
afectar a cualquier persona de cualquier nivel.
Puede aparecer en cualquier sector y en una organización de cualquier tamaño. Además,
afecta a la salud y la seguridad de las personas, pero también a la salud de
las organizaciones y de las economías nacionales.
El estrés es el segundo problema
de salud más común en el trabajo y afecta al 22% de los trabajadores de la
UE-27 (en 2005), y es probable que aumente el número de personas que sufren
dolencias relacionadas con el estrés provocadas o agravadas por el trabajo. El
mundo del trabajo, en constante evolución, impone cada vez mayores demandas a
los trabajadores debido a la racionalización y la externalización, la creciente
necesidad de flexibilidad de las funciones y cualificaciones, el aumento de los
contratos temporales, la creciente inseguridad en el trabajo y la
intensificación de éste (que supone una mayor carga de trabajo y más presión),
y el desequilibrio entre la vida laboral y familiar.
El estrés puede provocar
enfermedades y sufrimiento a las personas, tanto en su trabajo como en el
hogar. Puede igualmente poner en peligro la seguridad en el lugar de trabajo y
contribuir a otros problemas de salud laboral, como los trastornos musculoesqueléticos.
Además, afecta de forma importante a los resultados de las organizaciones.
La reducción del estrés laboral
y los riesgos psicosociales no es sólo una obligación moral, sino también un
imperativo legal. Justifican asimismo la reducción del estrés sólidos
argumentos económicos. Se calcula que, en el año 2002, el coste económico anual
del estrés laboral en la UE-15 fue de 20.000 millones de euros. Las
personas experimentan estrés cuando sienten que existe un
desequilibrio entre lo que se les exige y los recursos con que cuentan para
satisfacer dichas exigencias.
Aunque el estrés se experimenta
psicológicamente, también afecta a la salud física de las personas. Entre los
factores más comunes del estrés laboral cabe mencionar la falta de control
sobre el trabajo, las demandas excesivas a los trabajadores y la falta de apoyo
de colegas y superiores.
El estrés de corta duración – por ejemplo, para cumplir un
plazo – no suele constituir un problema, e incluso puede ayudar a las personas
a desarrollar al máximo su potencial. El estrés se
convierte en un riesgo para la seguridad y la salud cuando se prolonga en el
tiempo. La experiencia del estrés puede alterar la manera de sentir,
pensar y comportarse de una persona. Sus síntomas pueden manifestarse tanto en
la organización como en las personas individuales.
En las organizaciones se manifiesta en forma de absentismo, elevada tasa de rotación del personal, falta
de puntualidad, problemas de disciplina, acoso, disminución de la
productividad, accidentes, errores y aumento de los costes de indemnizaciones o
de atención sanitaria.
En la persona el estrés se
manifiesta dando lugar a reacciones emocionales (irritabilidad, ansiedad, problemas
de sueño, depresión, hipocondría, alienación, agotamiento, problemas en las
relaciones familiares), reacciones cognitivas (dificultad para concentrarse,
recordar, aprender nuevas cosas, tomar decisiones), reacciones en la conducta
(consumo de drogas, alcohol y tabaco; conducta destructiva), y reacciones
fisiológicas (problemas de espalda, debilitamiento del sistema inmunológico,
úlceras pépticas, cardiopatías, hipertensión).