En las últimas décadas
la obesidad ha crecido tanto como para convertirse en una epidemia a nivel
mundial. Debido al crecimiento de la obesidad, paralelamente ha habido un
crecimiento de estas enfermedades asociadas, lo que produce en la actualidad un
aumento en la incapacidad temporal de los trabajadores que la padecen. La
obesidad está asociada a un mayor riesgo de padecer enfermedades severas y
crónicas como la hipertensión arterial, diabetes Mellitus tipo II,
hipercolesterolemia, enfermedad coronaria, accidente cerebro vascular, asma y
artritis entre otras.
De tal magnitud es el
problema que la Universidad de Pittsburgh de Pennsylvania y la Universidad de
Illinois de Chicago, llevaron a cabo un estudio donde se evaluó la relación
entre el Índice de Masa Corporal (IMC= peso/talla 2) y la discapacidad laboral
a corto plazo (causa de ausentismo laboral) secundario a enfermedades o
problemas relacionados a la obesidad. En este estudio se observó que los
individuos con sobrepeso u obesidad eran más propensos a presentar eventos de
discapacidad laboral a corto plazo comparado con los trabajadores con peso
normal.
Es decir, los eventos
de discapacidad laboral a corto plazo aumentaban a medida que aumentaba el IMC
de los trabajadores. Lo que se traducía en un mayor número de ausentismo
secundario a enfermedades relacionadas con su obesidad. Las enfermedades
musculoesqueléticas como osteoartritis o dolor lumbar fueron las más frecuentes, es sabido que éstas
se relacionan con la obesidad debido al impacto del sobrepeso sobre los huesos
y articulaciones. Un informe reciente del think tank británico The Overseas Development
Institute (ODI) describe la explosión de la obesidad a nivel mundial, un
problema que aumenta a un ritmo infernal en los países en desarrollo. Desde los
años ochenta, el número de personas gordas o con sobrepeso en los países en
vías de desarrollo se ha multiplicado por cuatro, mientras que en los países
ricos solamente se ha duplicado. Ahora mismo una de cada tres personas en el
mundo tiene sobrepeso, lo que significa que supera el límite de 25 en el índice
de masa corporal, o es gorda por sobrepasar el nivel de 30.
El 58% de los europeos
se encuentra en esta situación (63% en España), sanitariamente alarmante por
ser causa mayor de enfermedades graves, como la diabetes, cáncer o
hipertensión, entre otras. Parecido nivel se encuentra en América Latina, Norte
de África y Oriente Medio, mientras que Estados Unidos bate todos los récords
con el 70% de la población afectada. El estudio destaca que en México y China
esta lacra casi se ha duplicado desde los años ochenta.
Los últimos datos de
la OCDE, correspondientes a 2012, marcan unos niveles de obesidad para España
superiores a la media de la OCDE, siendo los de los niños de los más altos. Dos
de cada tres adultos tienen sobrepeso y uno de cada seis es obeso. La proporción
en sobrepeso se ha mantenido estable desde que comenzó el siglo, aunque ha
aumentado un poco en la ratio de obesidad.
Los datos
correspondientes a España en sobrealimentación en el estudio de la ODI señalan
que en proteínas, frente a unas necesidades de 50 gramos diarios, y una media
ya muy alta de 79 gramos en el conjunto de la muestra de 176 países, los
españoles ocupan el lugar 17 entre los europeos, acercándose a los 100 gramos.
En materia de grasas, solamente nos superan en exceso Estados Unidos y Francia,
y más que duplicamos el nivel medio recomendado, siendo este nuestro peor
resultado. En consumo de azúcares tenemos el mejor resultado, aunque superando
en un 40% el nivel recomendado. Los estadounidenses consumen más del triple
diariamente que nosotros. Un resultado sorprendente de la dieta española es que
somos uno de los diez países que consumimos menos carne, pescado y huevos,
respecto a lo que nos correspondería por riqueza