En general, los niveles de ruido en una oficina no
constituyen un riesgo auditivo. Sin embargo, pueden generar molestias o incomodidades
que afectan la concentración, rendimiento laboral o capacidad de atención. Aunque
cada persona tiene una tolerancia diferente al ruido, está comprobado que éste
afecta a la concentración de quienes trabajan en una oficina. El ruido
producido por una conversación puede reducir la capacidad de concentración
hasta en un 20%. En cambio, un ambiente silencioso puede ayudar a mejorar la
capacidad de centrarnos en una tarea hasta en un 50%.
Existe un vínculo entre el ruido y los accidentes, ya que
desconcentra o evita que las personas puedan escuchar ciertos sonidos
necesarios para el trabajo. Así el ruido puede provocar accidentes de las
siguientes formas:
- Dificulta a los trabajadores escuchar y comprender correctamente las voces y las señales.
- Oculta el sonido de un peligro que se aproxima o de las señales de advertencia.
- Distrae a los trabajadores.
- Incrementa la probabilidad de cometer errores.
¿Cómo controlar el
ruido?
En las oficinas, los ruidos molestos pueden provenir de
fuentes externas, maquinaria, del edificio mismo o de las actividades mismas de
los trabajadores. Para controlar estos agentes, puedes tomar las siguientes
medidas:
- Separa los equipos ruidosos de las superficies que lo rodean mediante elementos aislantes (tacos de fieltro).
- Aumenta lo más posible la distancia de la fuente de ruido y las superficies reflectoras (paredes, techo, piso). La disposición más inconveniente es en las esquinas y la más adecuada es alejada de las paredes.
- Regula los niveles del volumen de teléfonos.
- Considera el uso de alarmas visuales en aparatos telefónicos.
- Dispón los equipos ruidosos sobre superficies estables, no vibratorias.
- Implementa encerramiento acústico de impresoras ruidosas.
- Aislamiento de techos, puertas, ventanas, paredes y pisos con materiales porosos, aire, vacío, etc.