Un equipo de la Universidad de
Granada ha realizado un estudio que demuestra que el “cronotipo” de las
personas, es decir, el hecho de que existan personas matutinas o vespertinas
–dependiendo del momento
del día en que sus funciones fisiológicas estén más activas–, influye
notablemente en su capacidad para conducir.
El estudio indica que los sujetos
vespertinos conducen mucho peor y muestran peor atención cuando lo hacen por la
mañana temprano, en comparación con cuando conducen a su hora óptima (en
horario de tarde). Sin embargo, durante este experimento las personas matutinas
condujeron de una manera más estable que los vespertinos, y lo hicieron
relativamente bien tanto en horario de mañana como de tarde.
Los ritmos circadianos, del latín circa, "alrededor de", y dies, "día", son oscilaciones de las variables biológicas que se producen en
intervalos regulares de tiempo, como el sueño y la vigilia.
Para su investigación, los científicos de la UGR aplicaron un
cuestionario a los participantes, para averiguar aspectos como a qué horas del
día tienen mayor energía o sus hábitos de sueño, y emplearon un simulador de
conducción. Así, a los matutinos y a los vespertinos les hicieron conducir a
las 8 de la mañana y a las 8 de la tarde. Después, compararon cómo condujeron
ambos grupos a su respectiva hora óptima u “hora mala” del día.
A la luz de sus resultados, los investigadores destacan la utilidad de que
las empresas realicen este tipo de pruebas a sus trabajadores para averiguar si
son matutinos o vespertinos, y adaptar en función de esto los horarios.
Profesiones de riesgo
Hay profesiones que implican la realización de actividades que requieren un
buen mantenimiento de la atención, como es el caso de los pilotos de avión,
controladores aéreos o de centrales nucleares, los médicos que realizan
operaciones quirúrgicas o los transportistas. Una misma hora del día puede ser
buena o mala para realizar estas actividades en función del tipo de cronotipo
que tengamos, aunque hay horas que son malas para todo el mundo, como la hora
de la siesta o el intervalo de 3 a 5 de la madrugada”.
Los investigadores de la UGR señalan que conducir cuando se llevan más de
18 horas sin dormir (es decir, hacerlo por ejemplo, a las dos de la mañana si
nos hemos despertado a las ocho, algo bastante habitual) conlleva el mismo
riesgo que conducir con el límite máximo de alcohol permitido en sangre, ya que
nuestros niveles de alerta descienden considerablemente.